Butch
Siento
el cuerpo de V pegado al mío, su brazo apretándome con fuerza por la
cintura. El ronco ronroneo que sale de su garganta cuando me dice que va
a tocarme donde más lo necesito, hace que gima de manera descontrolada.
Me dice que le mire y mi cerebro tarda unos instantes en reaccionar.
Estoy tan a punto de estallar que me cuesta comprender lo que dice.
Alzo
la cabeza y la giro despacio. V se lame la palma de la mano y juro por
dios que esa imagen es lo más sexual que he visto en mi vida. Pasa la
lengua perezosa por toda su palma mientras mis ojos quieren salirse de
las órbitas y cuando por fin se pierde de mi vista y la siento en mi
polla un escalofrío nos recorre a ambos.
“Diooooosss...”
No sé si podré soportarlo durante mucho más tiempo. Noto su mano húmeda
acariciándome por toda la polla, hasta llegar al hinchado capullo para
rodearlo con su pulgar. Las piernas ya no me sujetan, la cabeza me pesa
demasiado y tengo que apoyarla en su brazo mientras él consigue soportar
mi peso con su mano enguantada.
“Joder… no quiero correrme todavía, quiero sentir esto durante el máximo tiempo posible.”
—Joder...
V... diooossss... —Le digo entre gemidos, con la respiración tan
entrecortada que no sé si me entenderá —Ahhhh... no puedo... me
estás.... volviendo loco... ahhhhh....
Su mano aprieta un
poco más y siento su respiración acelerada en mi nuca. Su cuerpo despide
tanto calor que sé que ahora mismo está tan cachondo como yo, Siento su
sudor mojando mi espalda, traspasando su ropa. Sus roncos gemidos. Lo
que más me asombra es que aunque todo el placer lo estoy sintiendo yo,
él disfruta sólo complaciéndome.
—Jamás he sentido esto, V... tu mano... aaahhh… me muero... por el toque de tu mano...
Acelera
el ritmo y mis caderas se mueven solas follándose su mano con fuerza.
Joder, es la paja más bestial que me han hecho en la vida. Sus labios me
rozan la oreja y cuando siento su voz y su aliento en ella sé que hasta
ahí llegué.
—Córrete para mí, Butch. Deja que te sienta y que te oiga.
He durado más o menos lo mismo que un adolescente masturbándose con el Playboy de su padre. Comienzo
a correrme en su mano y creo por un momento que voy a perder el
conocimiento. Siento mi cuerpo desvanecerse mientras las sacudidas se
suceden una tras otra y mi garganta y mi boca se secan por completo pero
no antes de que su nombre se escape de entre mis labios con una mezcla
de súplica y agradecimiento.
Su mano deja de tocarme y mi
mente grita por la falta de su toque. Mi respiración comienza a
tranquilizarse y por fin voy tomando conciencia de todo. De su cuerpo y
del mío, de la situación en la que estamos... en definitiva... de la
puta realidad.
“Joder... ¿qué acabamos de hacer? Acabo de correrme en la mano de mi mejor amigo, por cristo.”
Cierro los ojos fuertemente e intento buscar la salida rápida y mi cerebro la encuentra al instante.
“Puedo
olvidarlo. Puedo esconderlo en la parte más apartada y oscura de mi
mente como si se tratara de una pesadilla y seguir viviendo en paz, pero
nuestra amistad ha quedado herida de muerte, nunca volverá a ser
igual.”
Un suspiro se me escapa y tras pensarlo un
segundo me doy cuenta de que eso no sería justo. No puedo negar lo
evidente. Mi cuerpo reaccionó a él, porque sabía que era él. Era su
tacto, su calor, su deseo... Esto es algo que flotaba en el ambiente
desde hace mucho tiempo sin que tal vez ninguno de los dos nos diéramos
cuenta y hoy simplemente ha explotado. Una oleada de puro frío me
atraviesa el cuerpo como si la temperatura hubiera bajado de golpe diez
grados. La piel se me eriza en todo el cuerpo y el vaho de mi
respiración se mezcla con el suyo. “Pero... ¿Qué coño...?”
—Soñé
con esto… algo que sabía que no me pertenecería nunca… —Me dice una voz
muerta y tardo en reconocer el timbre de la voz de V. —Pero no temas
poli, no me interpondré en tu camino. ¿Cierto?
Su cabeza
se apoya en mi nuca y puedo sentir el dolor en cada una de sus palabras.
La he jodido. De alguna manera acabo de joderlo absolutamente todo.
Suelta mis muñecas y al bajar los brazos siento calambrazos de dolor por
estar tanto tiempo en la misma postura. Alzo la cabeza y quiero
partirme la crisma contra la pared por dañarle como lo he hecho. Se
separa tras asegurarse de que puedo mantener el equilibrio y el adiós
que susurra antes de cerrar la puerta me atraviesa el alma, como un puto
cuchillo al rojo.
Me quedo mirando al frente y tengo que
poner una mano encima de mi corazón porque siento como si me lo
estuvieran sacando directamente del pecho. Me siento el ser más
arrastrado de este puto mundo mientras intento analizar qué mierda fue
lo que hice para conseguir derrotar de esa manera a alguien como
Vishous.
Jamás lo he visto así. Mierda, por más que trato
de pensar nadie en este puto mundo puede recordar lo que hace mientras
se está corriendo como un poseso... pero algo tuve que hacer...
La
hostia puta. Mierda. No sólo lo que hice, no... lo que pensé, porque
este cabrón se cuela en mi mente como si fuera la suya y puede que...
Salgo
de la habitación como una flecha para dirigirme a la de V cuando me doy
cuenta de que sigo con el culo al aire. Veo los vaqueros que dejé
tirados en el suelo del salón y los cojo enfundándome en ellos a toda
prisa. Mierrrrrdaaaaa, joder, putos cierres de botones.
Ahora
no tengo tiempo de pararme así que cierro los dos de abajo para que no
se me caigan mientras tropiezo con todos los puñeteros muebles del salón
pero me da igual. Creo que me he roto un puto dedo del pie contra la
mesa de centro, pero eso puedo comprobarlo luego. Lo importante ahora es
llegar a donde está V.
Abro la puerta de sopetón y me lo
encuentro en medio de la habitación de espaldas a la entrada, con los
hombros hundidos y la cabeza gacha. La pura estampa de la derrota. Me
acerco despacio pero no me atrevo a tocarlo por miedo a su reacción.
—… V...
Nada.
Ni siquiera se nota el movimiento cuando respira. Paso a su lado y me
pongo frente a él. Sus ojos están cerrados, con una de sus manos
aferrándose el pecho con fuerza donde late su corazón. Mi
mano se alza sola pero, cuando casi llego a tocarlo, la aprieto en un
puño y vuelvo a bajarla porque sé que ahora mismo lo último que quiere
sentir es mi tacto en su cara.
—V... por favor... mírame. Abre los ojos para mí, por favor...
Mi
voz está llena de súplica demostrando la desesperación que siento y
después de lo que parece un puto siglo, logro que sus párpados se abran y
su cabeza se alce un poco para mirarme. He pasado media vida como
detective de homicidios, he visto la peor parte de la raza humana y el
dolor dibujado en demasiadas caras pero lo que tengo ante mí, no lo
había visto nunca.
Unos ojos sin vida y con una tristeza
que jamás he visto me miran tras sus pestañas negras, el brillo que
tenían se ha desvanecido. Se ven opacos, cargados de demasiada decepción
y pena. Y todo es por mi culpa. Siento de nuevo el golpe sordo en el
corazón y quisiera tener el poder de la oratoria, hablar de forma clara y
concisa y no esta puta lengua que sé que me va a meter en más problemas
incluso antes de que abra la boca.
“Por favor, que salga bien por una vez.”
Me digo respirando pausadamente mientras no paro de rezar en silencio.
Joder... esto es lo más difícil que voy a hacer en mi vida. No tengo ni
puta idea de por donde comenzar o que coño decirle estando como está.
—Perdóname.
Sé que te he jodido, pero créeme si te digo que no sé la razón. ¿Es por
algo que hice, V? Dímelo. Dime algo hostias, lo que sea. Insúltame,
pégame, pero no te quedes ahí parado, por favor.
V sigue
mirándome sin parpadear y el único movimiento de su cuerpo es su mano
frotándose el pecho con ansiedad y sin pensarlo alzo la mía y la sujeto.
—Entraste en mi mente, ¿verdad? Y como siempre, lo hiciste en el peor momento maldito hijo de perra.
Su
mano tiembla bajo la mía y siento el latido acelerado de su corazón
bajo mi palma cuando un leve quejido sale de sus labios y cierra de
nuevo los ojos. Hijo de puta. He dado justo en el centro de la diana.
Sigo agarrando fuerte su mano y doy otro paso más hacia él, quedando casi pegados.
—Mira
ahora, capullo. Ten el valor de hacerlo cuando yo te lo pido y entra
para que puedas decirme qué es lo que oyes. Ahora. En este puto momento y
no cuando tengo la cabeza a punto de estallar por todo lo que estoy
sintiendo y no logro entender por mi mejor amigo.
Suelto mi agarre y me llevo las manos al pelo, tirando con fuerza de él.
—¡Mírame , joder! —Le grito y
siento que mi voz empieza a romperse. —¿Acaso no puedes ni tan siquiera
intentar comprenderme por un momento? Acabo de experimentar algo que no
me habría planteado en la vida. Mi cabeza es un puto caos en este
momento porque... —Suspiro y le agarro del frente de la
camiseta cerrando la mano en un puño. —Mírame de una puta vez, V... —mi
voz se vuelve ronca, baja. —Sólo soy un puto hombre, V... —Susurro y
noto como comienzo a temblar. —Sólo un hombre que acaba de darse cuenta
que se siente atraído por su mejor amigo y no sabe que decirle para no
joder lo suyo todavía más.
En ese momento algo en mi
interior explota, como si fuera una revelación y esa sensación me hace
sentir bien, como si en ese instante supiera lo que quiero realmente.
Los ojos de V se abren un poco más y parece extrañado, vete tú a saber
por qué, pero sigue sin despegar esa puta boca.
—Puedo
pedirte perdón por no tener los pensamientos correctos en las peores
circunstancias, pero no te lo voy a pedir por sentir miedo. El miedo es
lo que me ha traído aquí. Contigo.
De pronto los ojos de V
recuperan algo de brillo, su cuerpo se tensa y parece crecer varios
centímetros de golpe. Su mandíbula se aprieta y habla por fin en un
siseo.
—¿Piensas que no voy a ser capaz de contenerme?
¿Tienes miedo de que te viole mientras duermes o algo así? —Me dice sin
despegar sus ojos de los míos. —Soy un puto pervertido sin conciencia.
Un maldito cabrón sin escrúpulos, pero sé donde está el limite. Al menos
contigo lo sé.
Tengo que desviar la vista y pasarme una
mano por la cara porque las ganas que me están entrando de partirle la
crisma a hostias están superando con creces las ganas de arreglar las
cosas con él. “Pero será negativo, joder.” Le agarro del
cuello de la camiseta para obligarlo a que se incline hacia mí y
encararlo cuando el muy cabrón se echa atrás de golpe y me quedo con la
parte delantera en la mano. Hago una bola con ella y se la tiro a la
cara.
—Vete a la mierda, V. En serio. No se puede hablar contigo de un modo racional sin que salgas por el peor camino posible.
Doy
los pasos necesarios para llegar a él y le empujo con todas mis fuerzas
poniendo mis manos en su pecho ahora desnudo. El muy cabrón no se mueve
ni un milímetro.
—A lo que tengo miedo… —Le digo con los
dientes apretados del cabreo que tengo. —es a perder al jodido cabrón
cabezota que tengo delante de mí.
Vuelvo a empujarlo y me separo yo de él por el impulso que me doy.
—Tengo miedo a perderte. ¿Lo entiendes ahora o te hago un croquis?
Vishous
se queda callado y reprimo las ganas de reírme, he conseguido dejar a
este cabrón sin palabras, aunque sea por una vez. Apoyo las manos en las
caderas y bajo la cabeza mientras suspiro. Joder, a veces sueltas de
golpe lo que crees que no vas a atreverte a decir en la vida y te sienta
cojonudamente bien hacerlo.
Miro de reojo a Vishous que
respira forzado, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante y el
pecho completamente descubierto, con lo poco que le queda de la camiseta
colgando a los lados y me doy cuenta de que quiero tocar esa piel, de
un modo totalmente distinto a como siempre lo he hecho. En este momento
quiero disfrutar de ello.
Alzo una mano y la dirijo a la
cicatriz de forma estrellada que tiene justo encima del corazón, pero él
me agarra con fuerza de la muñeca, impidiéndome llegar a ella.
—Quiero
tocarte, V... y quiero hacerlo ahora. ¿Acaso no vas a dejarme? ¿Es que
tengo que pedirte permiso como si fuera una de tus sumisas? Porque no lo
soy. Jamás lo seré.
Su agarre se vuelve más fuerte por unos segundos y su mirada al final se desvía de la mía, soltándome lentamente.
—No, no lo eres. Haz lo que te dé la jodida gana. —Me responde.
El
tono de su voz deja ver un leve nerviosismo por su parte. Algo
completamente estúpido teniendo en cuenta la clase de sexo que practica.
Todo poder y nada de sentimiento. Tal vez ahí esté la razón de ese
nerviosismo. Ahora mismo es justamente todo lo contrario.
Mi
mano se posa con suavidad encima de esa marca y le oigo coger aire de
golpe, como si acabara de darle un puñetazo. Su cuerpo comienza a
temblar y mi mano se mueve despacio hacia arriba hasta llegar a su nuca.
Lo sigo agarrando con fuerza y con mi otra mano le aparto los mechones
que le tapan la cara quedando mi mirada fija en su tatuaje.
—Tú
acabas de hacerme algo que ningún otro hombre me había hecho. Ahora
quiero ser yo quién haga algo que sé que jamás has permitido que te
hicieran.
Consigo que baje un poco la cabeza mientras sus
ojos se abren todavía más y el temblor se hace más evidente. Poso mis
labios en el tatuaje y rozo con ellos la tinta de su piel. Los paso
despacio por su sien, sintiendo el pelo de sus cejas y sus pestañas
haciéndome cosquillas en la mejilla mientras su respiración agitada me
quema el cuello.
Sigo recorriendo cada símbolo con mis
labios y debo admitir que me gusta. No me siento raro, ni acobardado, ni
confuso. Estoy relajado y siento dentro de mí todo lo que estoy
haciendo como algo jodidamente correcto. Y que el infierno me trague si
sé por qué.
Me separo de él y sujeto su cara con ambas
manos aprovechando para acariciar su cuello y su pelo al colocarlas en
sus mejillas y recorro con la punta de mi nariz el contorno de su
rostro, cerrando los ojos y aspirando su olor hasta metérmelo lo más
adentro que puedo. Me asombro de mi tranquilidad y con lo que estoy
disfrutando mientras V sólo se queda quieto a mi lado, sin tocarme
siquiera.
Mi boca se hunde en la curva de su cuello,
siento la sangre palpitar en su vena hinchada y la punta de mi lengua la
recorre de abajo a arriba mientras el escalofrío que atraviesa a V me
hace sonreír satisfecho. Al menos yo también sé ponerlo un poco
nervioso.
Cuando dejo su cuello, todavía con el rastro
húmedo en su piel justo encima de su vena, me encuentro con sus ojos
brillantes. Tiene los puños fuertemente apretados, como si estuviera
haciendo un gran sacrificio. No sé si es por no moverse o por dejar que
lo toque a mi antojo, pero no pienso preguntar. Simplemente dejo caer
mis manos hasta sus hombros y deslizo lo poco que queda de su camiseta
por sus brazos hasta que cae al suelo y lo miro detenidamente.
Ahora
si que siento mi corazón un poco más acelerado al observar esa piel
dorada ondulando cuando tensa los músculos por donde quiera que yo paso
la mirada, como si de verdad sintiera mi toque. Poso las manos en sus
caderas, justo en la cinturilla de su pantalón de cuero y su cabeza cae
en mi hombro mientras un jadeo se escapa de sus labios.
Bien. El primero conseguido. Veremos cuánto tarda en escaparse el segundo.
Subo
la mano izquierda pasando el dorso por sus abdominales, sigo subiendo
hasta sus costillas para luego volver a bajar a su ombligo dibujando su
contorno y V se echa aún más encima de mí, apoyando en mi hombro el peso
de su cuerpo mientras trata de coger aire con dificultad. Giro la
cabeza un poco hasta que mis labios quedan a la altura de su oreja.
—Nunca
has dejado que te tocaran, ¿verdad? Yo soy el primero que toca esta
piel sin que sea para hacerte daño. Lo sé. Pero quiero que tú me lo
digas.
Me separo un poco y le rodeo con los brazos,
disfrutando la sensación en la punta de mis dedos, tocando a la vez
cuero y piel. Me acerco juntando nuestros pechos y subo por su columna
hasta su nuca, sujetando su pelo con fuerza, obligándole a echar la
cabeza un poco hacia atrás.
—Dímelo, V. Dime que yo soy el único. —susurro dejando que mi acento de Boston se haga más marcado.
Vishous
Vacío. Me llevo la mano al pecho y aprieto con fuerza. Sólo dolor.
Es
una sensación realmente extraña, mi cuerpo y mi mente siguen
funcionando. Siempre alertas, siempre preparados. Pero es como si una
burbuja me rodeara y lo único real fuera el dolor. El dolor que sofoca
un corazón que yo creía muerto y duro como el hielo. Como si todo se
hubiera detenido para que pueda apreciar en toda su extensión las
emociones que amenazan con sepultarme.
Me froto el pecho,
un movimiento lento y corto que no me proporciona consuelo alguno. Una y
otra vez, pasando por encima del esternón, hipnótico, repetitivo. Sabía
que iba a ser malo, pero no así… estoy completa y absolutamente jodido.
Abro
los ojos que tenía fuertemente cerrados y no veo nada, casi me dan
ganas de soltar una horrorosa carcajada histérica, pero si empiezo no
podré parar. Así de jodidamente patético soy. Y de pronto todo parece
girar en un instante. Algo detiene el movimiento de mi mano, pero yo
quiero que no pare, es lo único real además del dolor. Intento enfocar
la mirada y cuando lo consigo Butch está justo frente a mí. Es el que
sujeta mi mano. Siento su calor de nuevo en mi piel. Quema, me hace
arder.
“¿Qué si entré en su mente?... pues claro joder… claro que lo hice, mamón.” Ni
de coña voy a mirar otra vez. He visto más que suficiente cuando lo he
hecho sin querer. Butch sigue hablando y joder no me entero ni de la
mitad de lo que está largando por su bocaza de listillo. “¿No puede dejar que me reboce en mi propia mierda yo solo?… ¿tiene que venir a joderme más la cabeza?...” Grita
y su voz tiembla y luego susurra, pero por mucho que lo intento no
entiendo qué cojones dice, como si hablara en otro puto idioma.
Me agarra de la ropa, se pega a mí, pero ¿qué está haciendo?... “¿atraído por su mejor amigo?... ¿joder lo nuestro aún más?” Su
olor me golpea. Ha cambiado, es más profundo y denso. Se pega a mi
nariz y hace que mi corazón vuelva a la vida y se acelere. No puede ser…
le miro a la cara, su gesto es sereno relajado, nunca le había visto
así. Vuelvo a inspirar y joder la conclusión a la que llego no puede ser
real. Y como siempre, tengo la puta razón. No es real, siente miedo… de
lo que puedo hacerle. Casi me dan ganas de vomitar. “¿Cómo puede dudar así de mi?”
—¿Piensas
que no voy a ser capaz de contenerme? ¿Tienes miedo de que te viole
mientras duermes o algo así? —Digo con la voz cargada del desprecio que
siento por mi mismo. —Soy un puto pervertido sin conciencia. Un maldito
cabrón sin escrúpulos, pero sé donde está el limite. Al menos contigo lo
sé.
Me agarra fuerte del cuello de la camiseta intentando
acercarme a él. No sé qué cojones quiere. Cada vez estoy más cabreado y
como me siga presionando voy a partirle la cara y no quiero, joder. Me
alejo de él y se queda con toda la tela del frontal en la mano. El muy
capullo hace una bola y me la tira a la cara mientras me dice que no se
puede hablar conmigo, que no soy racional… “¿Qué?”
Se
acerca y me empuja apoyando las manos en mi pecho y casi me dan ganas
de tomarle el pelo porque lo único que consigue es lanzarse él solito
hacia atrás. Se está enfadando… bien… así ya no seré yo solo. Sigue
hablando y me quedo completamente congelado “¿Miedo a perderme?... ¿A mí?”
Butch
parece hincharse, como si estuviera muy satisfecho consigo mismo. No
deja de mirarme el pecho, de una manera que hace que quiera taparme y
sonrojarme como si fuera una adolescente, comiéndome con los ojos.
Levanta el brazo acercando su mano a mi pecho, lo sujeto por la muñeca
con fuerza. Nadie me toca. Nadie quiere tocarme. Nunca.
Butch no es una de mis sumisas. Aprieto todavía más mis dedos alrededor de su muñeca. No hay nada que pueda negarle.
—No, no lo eres. Haz lo que te dé la jodida gana. —No puedo seguir mirando sus ojos avellana, abro mi mano y lo suelto.
Respiro
con dificultad y cuando siento su piel rozando la cicatriz sobre mi
pectoral casi tengo que retroceder de la impresión. Joder, estoy
temblando. Mueve la mano despacio y me agarra de la nuca mientras con la
otra me aparta el pelo de la cara. Está mirando mi tatuaje, la primera
persona que no me mira como si fuera un bicho raro, claro que él no sabe
lo que significa la tinta en mi cuerpo.
Habla pero soy
incapaz de entender lo que dice. Está tan cerca y tira de mí para
acercarme aún más, tengo los ojos como platos y ahora si que estoy
seguro de que sabe que tiemblo. Siento sus labios sobre mi piel,
cálidos, suaves. Tengo que recurrir a toda mi fuerza de voluntad para no
apartarlo de mí de un empujón. La última vez que alguien los tocó fue
cuando fueron hechos.
Hace siglos de eso, me repito una y
otra vez, podría hacer que esto se acabara en este mismo instante.
Respiro profundamente y el olor de Butch me vuelve a llenar. Joder, si
no fuera por que sé que no es posible… creería que... pero no puede ser.
Butch sigue besando mi sien, lentamente, como si lo estuviera
disfrutando. Se separa de mí cogiéndome la cabeza con las manos,
acariciando mi pelo mientras recorre con la nariz mi mandíbula. Oigo
como inspira profundamente antes de pegarse a mi cuello y rozar mi vena
con la punta de su lengua. El escalofrío que me recorre toda la columna
es imparable.
Me tenso por completo, las manos cerradas en
puños, no sé qué me está pasando. Quiero huir, alejarme de él, pero no
puedo. Se separa un poco y me mira a los ojos. La piel me arde, algo
está a punto de explotar dentro de mí. Butch quiere que me quede, quiere
tocarme y yo no voy a negarme.
Como si pudiera oír todo
lo que pienso, mueve sus manos hasta llegar a mis hombros y empuja los
restos de mi ropa hasta que caen al suelo. Me observa detenidamente y
casi parece que siento su mirada quemar por donde quiera que pasa. Me
tenso todavía más y esa sensación incómoda, como si la piel estuviera
demasiado tirante sobre mis músculos y a punto de resquebrajarse,
empeora.
Pone sus manos en mis caderas y ya no puedo más,
bajo la cabeza hasta que la apoyo en su hombro. No puedo evitar que se
me escape un jadeo. Me siento un gilipollas por dejar que todo esto me
afecte tanto, apenas si me está tocando. Desliza la mano recorriendo mis
abdominales, subiendo por mi costado derecho para volver a bajar
rodeando mi ombligo y la respiración se me atasca en el pecho como si
llevara horas haciendo ejercicio. Parece mentira lo delicado que puede
llegar a ser el poli con sus grandes manos de boxeador. Me toca como si
fuera de cristal o estuviera acariciando a algún animalillo salvaje.
Apoyo más mi peso en su hombro y él se acomoda hasta que sus labios
rozan mi oreja.
Susurra con su voz ronca, golpeando con su
aliento la piel de mi cuello, haciendo que me den escalofríos y que se
me erice la espalda. Jodido poli de los cojones que siempre deduce las
cosas sin apenas información. Me toca la cintura y la parte baja de la
espalda recorriendo la cinturilla del pantalón, introduciendo la punta
de los dedos y rozando ligeramente el comienzo de mis glúteos con una
mano mientras con la otra sube por mi columna tocando con toda la mano.
No puedo evitar arquearla para encontrarme con sus caricias, ni el
gemido bajo que se escapa entre mis labios.
Cuando llega a
mi nuca hunde sus dedos en mi pelo agarrándolo en un puño, haciendo que
levante la cara y le mire, obligándome a responder. Tiemblo de la
cabeza a los pies, la boca se me seca y Butch se transforma de pronto en
lo más importante en este puto mundo, el puntal en el que se apoya toda
mi jodida existencia.
—Sólo tú poli… eres el primero… eres el único… —se me quiebra la voz y mi mente grita “MÍO” de manera continuada, me muerdo la lengua intentando no delatarme ante mi macho.
Butch
me mira calmado, como si supiera exactamente qué está pasando. Sube la
otra mano sujetándome la barbilla y una sonrisa lenta estira sus labios.
Sus ojos parecen brillar con un fuego interno que me atraviesa,
derritiendo un poco más mi cerebro si es que eso es posible.
El
poli camina empujándome para que retroceda hasta que mis piernas chocan
con la cama. Me quedo sentado de golpe en el colchón, con Butch
inclinándose sobre mí, echándome la cabeza atrás con las manos. Acerca
su rostro al mío lentamente mientras siento la cama hundirse cuando
apoya una de sus rodillas. Joder, está en todas partes, cercándome,
rodeándome por todos lados. Se me agita la respiración, el corazón me
late a mil por hora.
“Esto es demasiado… demasiado…”
Estoy a punto de levantarme y salir corriendo de mi propia habitación
cuando vuelvo a llenarme de su olor. Respiro profundamente, su aroma es
jodidamente real y se está pegando a mi piel. “Pero ¿cómo es posible que me esté marcando un humano?”, mi lado racional intenta distraerme de lo realmente importante aquí. “Butch me está marcando como suyo. El poli me quiere para él.”
La
cabeza me da vueltas, el cuerpo no me responde y cuando vuelvo a
centrar la mirada en sus ojos, como si eso fuera justo lo que estaba
esperando, junta sus labios con los míos. Mi cuerpo explota y por fin
siento que mi piel deja de arder, como si una brisa fresca me rozara y
el mundo se tranquilizara al fin. Las sensaciones son tan fuertes y
claras, sus manos manteniéndome en el sitio, su cuerpo tan cerca del
mío, sus labios moviéndose cálidos y suaves intentando que me abra para
él… y no tardo ni un instante en complacerle separando los míos y
recibiendo su lengua en mi interior.
Me pierdo en la
sensación de su boca poseyéndome por completo. Mi poli es quien controla
el beso, cambiando de lado la cabeza, acercándose para hacerlo más
profundo, moviéndose lentamente, rozando mi lengua y mi boca con las
suyas. Cuando me doy cuenta de que mis manos se están moviendo solas me
sorprendo a mi mismo, estoy rodeando el muslo de la pierna que tiene
apoyada en la cama y la cadera opuesta. Así que dejo que sigan
explorando y atraigo a Butch hasta que queda a horcajadas sobre mí con
las rodillas apretando mis caderas. Subo las manos por su espalda hasta
agarrar sus hombros y le acerco todavía más. Joder, nunca parece
suficiente.
Butch
Dios...
estoy saboreando sus labios y sé que esto ya no es suficiente. No sé
qué me pasa, siento un anhelo por él que no puedo describir ni
comprender, pero me obligo a ir despacio porque sé que puede llegar a
sentirse acorralado en cualquier momento e irse. No paro de repetirme en
la cabeza que todo esto, aunque resulte increíble, es nuevo para él. Se
podrá haber follado a cientos de hombres y mujeres, pero de
sentimientos no tiene ni puta idea.
Mi mano sigue
agarrándole la barbilla, alzándole la cara porque en la posición en la
que estamos es él ahora el que está por debajo de mí. Paso la lengua por
sus labios y me abro camino entre ellos esperando que me deje saborear
el interior de su boca y él me acepta al instante.
Entro
lento y profundo, poseyéndolo por completo hasta llegar a cada rincón de
su boca, disfrutando del sabor de su sangre que hace que mi cuerpo
tiemble con sólo probarla. Es como degustar un vino con infinidad de
matices y cada uno de ellos estalla en mi boca para después recorrer
todo mi cuerpo. Es lo más afrodisíaco que he probado en la vida y mi
beso se vuelve cada vez más profundo, loco por tomar aunque sólo sea una
gota más de él.
Siento sus manos en mi cuerpo e inspiro
con fuerza, robando el aire de sus pulmones mientras me empuja despacio
hacia él. Termino a horcajadas sobre sus piernas, apoyándome nada más
que lo justo para no caerme ni sobre él, ni al puto suelo. Sintiendo sus
manos en mis hombros acercándome a su pecho, me doy cuenta de que yo
también necesito más.
El olor que hay de repente en la
habitación me hace sentir pletórico, lleno de fuerza y feliz. Sé lo que
significa. Lo he olido otras veces en Zsadist y en Wrath cuando ven a
sus shellans. Es el olor de la vinculación con tu otra mitad. Y V está
marcándome a mí. Está uniendo su vida a la mía para siempre.
Separo
mis labios de los suyos y me pongo de pie mirándole y respirando como
un fuelle. Estoy cachondo perdido por alguna razón que desconozco y
tengo a la razón de mi estado justo delante de mí, pasando la lengua por
sus labios y poniéndome a mil con sólo verle. Alargo el brazo y le cojo
una pierna a la altura de la rodilla, haciendo que la alce hacia mí,
obligándole a recostarse apoyándose en los antebrazos. Me mira como si
estuviera loco y le aclaro la situación antes de que se monte cualquier
película rara.
—Sólo voy a quitarte las botas. Relaja.
Tiro
de una y la lanzo a mi espalda, importándome una mierda donde caiga y
luego le quito la otra, seguidas de los calcetines. Las botas pesan como
si estuvieran hechas enteras de hierro y no sólo la puntera, rebotando
en el suelo con un ruido sordo. Me acerco y apoyo una de mis rodillas en
el colchón, inclinándome hacia él, con una de mis manos justo al lado
de su brazo.
—Al centro de la cama. Ahora. —le digo con un movimiento de cabeza.
V se pasa una mano por el pelo, despejando por un momento los tatuajes.
—Estoy bien como estoy.
—Ya, pero a mí no me apetece una mierda hacer equilibrios en el borde de la cama. Así que túmbate.
Bufa
durante un momento y luego se arrastra al medio del colchón, en una
postura de lo más rígida. Me subo a la cama poniéndome de pie y paso una
pierna por encima de él, volviendo a quedar V entre ellas. Lo veo allí
tumbado, mirándome con ojos hambrientos y a mí se me escapa una sonrisa
mientras doblo poco a poco las piernas hasta quedar sentado encima de
él, apoyando la mayor parte de mi peso en los talones.
Paso
la mano por su cuello y voy bajando despacio por su torso,
conteniéndome en todo momento, pues estoy tan cachondo que un solo
segundo de libertad y saltaría sobre él. V respira profundo y su mirada
está fija en mi mano que baja cada vez más, trazando círculos en su
piel. Intento distraerlo dándole un poco de charla esperando que se
relaje.
—Me he dado cuenta de que me miras cuando crees
que no puedo verte. —Le digo sonriendo. — Soy detective V, me doy cuenta
de todo, aunque a veces disimule.
V suelta un jadeo cuando llego a su vientre y mi dedo índice se hunde en su ombligo.
—A mí me pareces un tipo realmente atractivo. Te paseas por casa medio desnudo, con este cuerpo sin defectos y no puedo más que admirarte.
Al decirle eso, se pone nervioso y aparta la mirada de mí, como si se avergonzara de algo. No quiero esa mirada en su cara.
—Mírame V. No apartes tu mirada de mí.
Por
un momento hace ademán de levantarse. Mierda, creo que la he vuelto a
cagar de alguna manera. Apoyo una de mis manos al lado de su cabeza y me
inclino volviendo a besarle. Su cuerpo se relaja de nuevo y aprovecho
para seguir hablando, poniendo ahora mi boca en su oreja y sin
pretenderlo mi acento se vuelve más cerrado, con un tono bajo, grave.
—Quiero
volver a probar tu sangre. ¿Me dejarás hacerlo, V? —Y sólo de pensar en
poder volver a tener ese sabor en mi boca, tiemblo de anticipación.
Me
separo para poder mirarle y sus ojos brillan de una manera que jamás he
visto. Abre la boca despacio y veo sus colmillos alargarse al máximo
antes de que los hunda en su labio inferior, casi hasta traspasarlo. Los
separa abriendo más la boca y yo me inclino hacia él, saco la lengua y
acaricio con la punta toda la longitud de un colmillo para terminar
cortándome la lengua con la afilada punta con todas mis fuerzas.
El
gemido de V se transforma en un grito de placer cuando recorro su
colmillo. Cuando nuestras bocas se juntan me agarra la cara con las
manos, impidiendo que me mueva. Joder, como si yo quisiera hacerlo.
Vuelvo a probar su sabor, esta vez mezclado con el mío y un escalofrío
me recorre el cuerpo a la vez que mi polla crece hasta casi estallar los
pantalones.
Este contacto me vuelve loco y bajo mi mano
por su torso hasta llegar a su cintura, intento colarla entre su cuerpo y
el colchón, por dentro de su pantalones pero los lleva tan pegados a la
piel que ni siquiera puedo meter forzando las puntas de los dedos.
Maldigo
entre dientes y yendo a la parte delantera suelto de un tirón el botón
mientras nos comemos la boca como dementes. Regreso al punto de su
anatomía que me muero por explorar y meto la mano por dentro del cuero.
El muy cabrón no lleva ropa interior y eso, precisamente eso, hace que
mi polla se tense como el acero. Me estoy poniendo violento por momentos
y la sangre me hierve en las venas de lo cachondo que me estoy poniendo
al tocar esa piel firme y caliente. La aprieto en un puño mientras V
jadea contra mi boca, arañándome con los colmillos la piel de los
labios.
—Dime, V. ¿Qué piensas cuando me miras a
escondidas? —Le pregunto separando lo justo nuestras bocas, alternando
las palabras mientras le lamo los labios.
Aprieto con algo
de fuerza su nalga, haciendo que eleve algo las caderas y yo hago un
movimiento descendente muy pequeño con las mías, haciendo que nuestras
pollas se rocen un segundo.
Jodeeeeer.
Eso
no ha sido buena idea. Estoy a punto de correrme en los pantalones a
pesar de haberlo hecho como un bestia hace tan sólo un rato. Apoyo mi
frente en la suya haciendo que el peso de todo mi cuerpo descanse en la
mano al lado de su cabeza para poder seguir tocándole el culo. A V se le
corta la respiración en el mismo instante en que volvemos a rozarnos y
cierra los ojos, echando la cabeza hacia atrás, dejando que se le escape
un gemido ahogado de lo más erótico
—Dímelo, V. Dime qué piensas al verme. Quiero saberlo. —Le digo con la respiración entrecortada.
La polla me palpita en los pantalones medio cerrados, como siga así saldrá disparada por la bragueta abierta en pie de guerra.
—No me... jodas, poli —Me contesta con la voz espesa como grava.
—Dímelo… —Le susurro al oído.
Vuelvo
a juntar nuestros cuerpos, haciendo el vaivén de mis caderas más
pronunciado, provocando que un escalofrío nos recorra a ambos.
—Jodeeer... —me dice en medio de un jadeo —te miraba, poli... joder… te miraba y deseaba... comerte entero.
Oigo
esas palabras y tengo que cerrar los ojos relajando un poco mi
respiración pues estoy sintiendo las primeras convulsiones del orgasmo.
Trato de dejar la mente en blanco pues la muy guarra en cuanto a oído
las palabras "comerte entero" ha dibujado una imagen de lo más nítida en
mi mente, con V comiéndome la polla mientras yo me corro una y otra vez
en su boca.
Dioooooooos... borra esa imagen, bórrala ya o
te correrás en este mismo instante y quiero que él sea ahora el
protagonista. El único.
Vuelvo a sentarme viendo la boca
ensangrentada de V, respirando con la boca abierta y los ojos
entornados. Mis manos se apoyan a ambos lados de su cintura y deslizo
una de ellas hasta el cierre frontal de su pantalón. Ahora que estoy un
poco más calmado puedo notar como mi pulso tiembla al dirigirme a los
botones que cierran su bragueta pero en cuanto apoyo mi mano allí, la
mano enguantada de V me apresa la muñeca obligándome a apartar la mano.
—No. Puedes hacer cualquier cosa que quieras, pero el pantalón se queda en su sitio.
No me está mirando de nuevo y eso comienza a cabrearme. “Pero ¿Qué coño le pasa? ¿Por qué mierda ahora se pone en plan virgen recatada?” Le doy un toque de atención en la cadera con la palma abierta.
—Te he dicho que me mires, V. Ya.
Tuerce
la cara hacia mí y me muestra los colmillos en plan defensivo y yo me
limito a mirarle sin cambiar ni un ápice mi gesto. Eso de los colmillos
ha dejado de sorprenderme hace mucho como para que ahora me hagan
retroceder ni un milímetro. Forcejeo con él pero el muy cabrón no me
suelta y no voy a cansarme porque sé que es imposible que pueda ganarle.
—De acuerdo. El pantalón se queda, pero te juro que jamás creí que fueras de los que se avergüenzan.
Retrae
los colmillos y va soltando poco a poco el agarre hasta dejarme libre.
Me froto la muñeca dolorida y comienzo a decirle el fallo que tiene el
acuerdo que acabamos de hacer.
—Me has dicho que puedo hacerte cualquier cosa que quiera mientras el pantalón siga en su sitio, ¿verdad?
V por un momento me mira intrigado y al final asiente con recelo.
—Bien.
Voy a tocarte sin quitártelo hasta que me supliques que lo haga. Porque
ambos sabemos que ese momento llegará tarde o temprano.
Mi mano se acerca al bulto de su entrepierna y dibujo con mis dedos el perfil de su polla dura y ancha, que siento palpitar a través del cuero apenas
rozándolo. V arquea la espalda y gime como un condenado a muerte.
Cuando llego a su muslo vuelvo a subir despacio esta vez justo por el
centro, tocando con toda mi palma su polla dura que despide calor como
el mismo infierno y hago una ligera presión en su punta mientras se
agarra a las mantas de la cama con fuerza.
—Ahhhh... hijo de... —Se muerde los labios intentando no hablar y yo me siento poderoso con todo esto, así que juego con él.
—Estas
ardiendo —le digo ronroneando cada palabra —seguro que ahora mismo te
mueres por sentir el calor de mi piel justo aquí ¿Cierto? —Y uno el
gesto a la palabra volviendo a apretar en la punta mientras V se
retuerce debajo de mí.
—Pasaría mi mano húmeda de ti desde
la base a la punta, acariciando con el pulgar tu hendidura y juro que
te gustaría, V. ¿Te lo estás imaginando? Dime ¿Quieres sentirlo? Sólo
tienes que decírmelo. Dímelo y lo haré.
El muy cabrón no
suelta palabra aunque sé que está al límite, sudando y moviéndose como
un loco, alzando las caderas en busca de mi toque.
—Dilo
V, quiero hacer resbalar esa suave piel entre mis dedos, quiero ver tu
cara mientras te corres en mi mano. Conocer tu olor, sentirte vibrar
cuando no puedas más. Déjame verte.
Voy desabrochando uno a uno todos los botones con la otra mano hasta dejarlo completamente abierto.
—No me dejas otra opción. Te tocaré sin quitártelos... pero lo haré por debajo de ellos.
Le
digo mientras hundo mi mano tocando su piel hasta abarcarlo
completamente con los dedos y la saco del confinamiento de cuero en
donde está atrapada. La hostia puta. Se ve enorme, ancha con la punta de
un tono muy subido y del tamaño de un puto bate de béisbol. A partir de
ahora la visión de este juego tendrá un nuevo significado para mí.
Quién
me lo iba a decir. Le estoy tocando la polla a otro tío por primera vez
en mi vida y en vez de estar asqueado, estoy cachondo perdido y rezando
por verlo correrse delante de mis ojos. V deja de respirar durante unos
segundos y cuando comienzo a subir la palma por su polla coge aire y
deja salir un gemido mientras clava los talones en el colchón y eleva
las caderas.
—Me gusta, V. Me gusta tenerte en mi mano, me
gusta tu polla. Ahora abre los ojos y mira. Porque es tu poli quien te
está haciendo sentir todo esto. Mírame mientras te toco.
V
traga saliva y abre los ojos. Me mira un instante y en el momento en
que su mirada baja hasta su polla, suelta un gemido y comienza a
correrse en mi mano, los espasmos se suceden uno tras otro sin parar. Le
acompaño subiendo y bajando la mano todavía sorprendido como el
demonio. Esto te sucede cuando eres joven y la simple visión de una mano
que no es la tuya en tu polla te pone en órbita, pero teniendo en
cuenta la edad de V y la vida sexual que lleva, no logro entender su
reacción por muchos sueños húmedos que haya tenido conmigo.
Después
de lo que parece una eternidad por fin su cuerpo se relaja y su
respiración se ralentiza. Tiene los ojos cerrados y un ligero rubor
cubre su cara, seguramente por haberse corrido mientras gemía y jadeaba
durante un par de minutos. Esto de ser vampiro es cojonudo. Hasta el
sexo es una experiencia única.
—No te relajes demasiado,
no creas que con esto hemos terminado. Ni siquiera me has dejado
demostrarte mis habilidades y te aseguro que son muchas, así que vamos
con calma y comencemos el segundo round ¿De acuerdo? Pero o esos
pantalones van fuera o me explicas la razón de este misterio. Tú mismo.
Vishous
El
olor del deseo cada vez es más fuerte, hasta me cuesta distinguir la
ligera marca que emite el cuerpo del poli porque hay un aroma que
aplasta y oculta todos los demás. Me quedo de piedra cuando inhalo con
fuerza y descubro que es mi vinculación con Butch. “¿Vinculado?...”
Justo en ese momento se levanta cogiéndome de la rodilla, obligándome a
caer sobre los codos, haciendo lo que le da la puta gana conmigo. Me
habla como si fuera una niña “Tranqui sólo los zapatos, pequeña.”
Joder,
Butch no para de ordenarme que haga cosas, exigiendo, demandando. Y yo
siento la necesidad de obedecerle, complacer todos y cada uno de sus
deseos “¿Qué coño me está pasando?” Está sobre mí, me paso las manos por el pelo para intentar despejarme.
—Estoy bien como estoy. —Le gruño y pasa de mí por completo.
Mi
cuerpo, el muy traidor, hace lo que le ordenan. Cuando quiero darme
cuenta estoy tumbado en el centro del colchón mientras él se pone de pie
en la cama y a pesar de que estoy nervioso de cojones, no puedo dejar
de pensar que está jodidamente sexy. Sabe cuánto le deseo y sonríe de
medio lado el muy cabrón. Me dan ganas de golpearme contra algo. Acaba
por montarme a horcajadas otra vez, no me gusta nada estar debajo, yo
nunca estoy debajo. Cuando su mano toca mi piel se me olvida todo, sólo
soy capaz de seguir respirando y de milagro.
Me sigue tocando con su áspera mano diciéndome que sabía que le miraba a escondidas,“Y yo que creía que era taaaaaan sutil.” Me
dan ganas de poner los ojos en blanco para completar mi imagen de
nenaza. Se me agita la respiración cuando llega a mi ombligo “Soy una jodida niña hostias…” Dice
que soy atractivo, que me exhibía por casa, pero cuando está a punto de
salirme una sonrisilla cabrona abre la boca para soltar que mi cuerpo
es perfecto y todo se va a tomar por el culo… “¿Perfecto?... y una puta mierda… Siempre me la ha sudado lo que pensaran los demás, que les jodan… a todos… ¿pero Butch?” Intento
incorporarme para escapar de todo esto, pero de eso nada, me mete la
lengua hasta el fondo y ya estoy otra vez siguiendo al líder.
Me
descoloca otra vez, pidiendo, tentando. Sin apenas pensar me atravieso
el labio y abro la boca para él y Butch todavía me sorprende más
acariciando uno de mis colmillos, haciendo que moje los pantalones
mientras mi polla empuja como loca. El gemido que sube por mi garganta
aumenta alarmantemente de volumen cuando presiona contra la punta
rajándose la lengua y el sabor de su sangre me llena los sentidos.
Sujeto
su cabeza y le como la boca tragando como un desesperado, no hay nada
además de él, su sabor, su tacto, su olor. Se separa un palmo
mascullando alguna cosa y su aspecto se me graba a fuego en el cerebro.
Los labios hinchados y manchados de sangre, la mirada ardiente, el gesto
decidido. Estampa su boca contra la mía y de pronto siento su mano
agarrándome el culo por debajo del cuero. Habla pero no soy capaz de
procesar lo que dice mientras me lame y me toca.
—No me... jodas, poli… —Farfullo cuando por fin entiendo qué me está preguntando.
Es
insistente el muy cabezota. Sigue hablándome con ese acento de Boston
que me derrite, mientras chupa y besa y aprieta. Agarrándome del trasero
y levantándome las caderas, empujando su polla contra la mía.
—Jodeeer...
te miraba, poli... —Exploto entre jadeos, soltando lo primero que me
pasa por la cabeza. —joder… te miraba y deseaba... comerte entero.
Butch
se aleja devorándome con los ojos y una de sus manos va directa a por
mi bragueta. Le detengo con la mano derecha, de ninguna manera voy a
dejar que me quite el cuero. Es algo que no va a pasar.
—No. Puedes hacer cualquier cosa que quieras, pero el pantalón se queda en su sitio.
No
puedo seguir viéndole la cara. Aparto la cabeza hasta que me da con la
mano abierta en la cadera y le miro gruñendo y enseñando los colmillos.
Intenta que le suelte la mano tirando, pero sabe que no podrá
conseguirlo y para enseguida. Así que concede, sólo le falta llamarme
nenaza, pero acepta que se queden en su sitio. Le suelto la muñeca y me
siento culpable cuando veo como se frota la marca de mis dedos en su
piel, pero aún así me relajo porque se hará a mi manera.
Dice
que acabaré rogando que me los quite y lo único que me salva de abrir
la boca y soltar una bravuconada es su mano sobándome a través del
pantalón. Mi cuerpo reacciona solo y no puedo controlar mis respuestas
ante Butch. Agarro las mantas con los puños y tengo que morderme los
labios para dejar de soltar memeces sin sentido por mi enorme bocaza.
Me
está volviendo loco y apenas si me está tocando, llenándome la cabeza
con lo que le gustaría hacerme. Me muerdo los labios todavía más fuerte “Ni de coña, poli”.
De pronto siento su mano colarse por mi bragueta, su cálida piel
rodeando mi sexo, el golpe del aire fresco donde no llega a abarcarme y
no puedo seguir respirando. Su mano se mueve sobre mí y nunca antes he
sentido algo igual. Gimo y levanto las caderas deseando más de esto y mi
poli me sigue torturando hablándome al oído ordenándome que mire y
joder yo quiero verlo, necesito verlo para saber que es real y no una de
mis fantasías guarras con mi compañero de piso.
Entre
gemidos abro los ojos y me pierdo por un instante en los suyos antes de
bajar despacio a mi entrepierna. Veo mi polla hinchada como nunca antes y
la mano de Butch primero bajando hasta la base y luego subiendo,
apretando firmemente hasta llegar al capullo aumentando la presión. Se
me afloja la mandíbula y la boca se me llena de gemidos. Siento como me
tenso y tiemblo bajo la oleada de placer que me inunda, corriéndome sin
parar una pulsación tras otra al ritmo de mi acelerado corazón.
Me
tapo la cara con el brazo para intentar disimular la vergüenza que
siento en ese momento, joder no he aguantado ni dos meneos y me he
corrido como nunca en mi vida. Sigo empalmado y no soy capaz de recordar
la última vez que me puse así de colorado. Butch no para de hablar y de
querer saber y de presionar y de ser un listillo… de ser él.
“A tomar por culo… dale lo que quiere y que salga por patas lo antes posible… sabes que no se va a quedar… ¿Cierto?”
Bufo y me aparto el brazo de la cara atrapando su mirada,
atravesándole, directo a sus ojos. Abro el botón que queda y me bajo los
pantalones pataleando sin levantarme de la cama. Dejo mi mano
enguantada tapando ahí abajo y aparto los ojos hacia el techo de la
habitación. Sigo siendo un cobarde al fin y al cabo, no sobreviviría si
viera el asco y el rechazo en la cara de Butch.
—Mi
padre… —Me tiembla la voz. — Mi padre creyó conveniente grabar en mi
piel… mi verdadera naturaleza… mostrar de manera clara… aquello que soy…
para que no pudiera ocultárselo a nadie.
Señalo algunas
de las palabras en mi sien con la mano izquierda asegurándome de que la
otra no se mueve de su sitio y se las traduzco a mi poli
—Maldito...
Perverso... —Con la voz cargada de indiferencia, como si le estuviera
haciendo un tour o leyendo las indicaciones de algún mapa. La bajo muy
despacio y señalo algunas de las más destacables en mi bajo vientre,
muslos e ingles. —Aberración... Indigno... Corrupto... Engendro...
Monstruo...
Subo la mano y me cubro los ojos sintiéndome muerto por dentro.“¿Por qué iba a querer mi poli quedarse con algo como yo?…” Afianzo la mano que tapa mis cicatrices. “Incompleto.”
Sólo se oye el ruido de las sábanas, Butch está callado y se incorpora. No quiero mirar así que dejo el brazo donde está. “¿Qué pensará ahora mi poli?... Se irá… tan simple como eso...”
Siento como se mueve hacia los pies de la cama, cada vez me pone más
nervioso su mirada atravesándome la piel, mi erección desaparece por
completo. Sigue moviéndose y acaba entre mis piernas, subiendo poco a
poco, obligándome a separarlas cada vez más empujando con las rodillas.
Oigo su respiración acelerándose y como se acerca a mi cuerpo. Sigue sin
decir absolutamente nada, me coge la muñeca de la mano enguantada e
intenta apartarla.
—Como no le pareció suficiente con una
simple advertencia… —Hablo de nuevo, se me seca la boca y no puedo
evitar el ligero temblor que me recorre. —Decidió asegurarse de que no
pudiera… transmitir toda mi mierda… Casi consiguió... arrebatarme la
hombría…
Vuelve a tirar de mi mano y esta vez no me
resisto. Por primera vez desde mi transición estoy completamente
expuesto ante alguien. Le oigo inspirar fuerte y de pronto el intenso
aroma de su cabreo me inunda la nariz. Ahora si que me estoy poniendo
tenso. “¿A qué está esperando para largarse?...”
Intento
acercar la mano a mi entrepierna, cubrir el desastre y mi vergüenza.
Butch no me lo permite, la aleja aún más apoyándola sobre la cama,
empujando con fuerza para dejarme claro que no quiere que la mueva.
Sigue sin decir nada, sólo oigo su respiración y el ruido de las sábanas
al moverse y luego sólo su respiración... acelerándose. “¿Qué coño está haciendo mi poli?... Que diga lo que tenga que decir antes de irse… que acabe con esto de una jodida vez…”
Bufo y me aparto el brazo de la cara girando la cabeza hacia él. El olor de su sexo me golpea como un mazo “¿Qué cojones…?” Abro
los ojos al fin, parece que es justo lo que ha estado esperando porque
de inmediato la sonrisa más guarra que le he visto llena sus labios.
Está
de rodillas entre mis piernas, con el vaquero bajado de cualquier
manera, una de sus manos masajeando sus pelotas y la otra recorriendo de
manera perezosa su polla. Deslizándola hasta llegar al capullo,
apretando un poco más y volviendo a bajar hasta la base. Haciendo un par
de movimientos cortos antes de volver a subir del todo y acariciar la
punta con el pulgar, volviendo a bajar lentamente. Observo su rostro de
nuevo, la sonrisa guarra sigue ahí, las mejillas coloradas, los ojos
entornados cargados de lujuria, mirando fijamente, recorriéndome
lentamente, devorándome.
Nunca se me había puesto dura tan
rápido. Duele. Verlo con los vaqueros a medio culo, con esa magnifica
polla en primer plano, tocándose para mí es… una muy buena imagen… lo
más caliente que he visto en toda mi puta vida. Su mente me toca y lo
que siento es sólo fuego, necesidad, deseo. Diciéndome sin palabras que
se la trae al pairo lo que le hayan hecho a mi cuerpo en el pasado. Le
pongo loco perdido aunque falte parte de mí. Justo en ese momento echa
la cabeza atrás, mirándome entre párpados entornados, con la respiración
entrecortada, sin dejar de meneársela ni por un instante. Un gemido
profundo sube por mi garganta, mis caderas se elevan solas.
—Buuuutch…
Su
nombre entre mis labios delatando mi necesidad, con mi vinculación
escapando por mi piel, siento como si fuera a explotar. Se toca un poco
más antes de mover las manos hasta mis rodillas, acariciando la piel de
mis muslos mientras sube tortuosamente despacio hacia mi entrepierna.
Butch
Le
escucho hablar por primera vez de su padre y lo que me dice me deja el
corazón helado. Fue ese cabrón quien le tatuó el cuerpo, seguramente
cuando apenas era un crío...
Está con la mirada fija en el
techo y su mano se dirige a su sien, señalando una a una cada extraña
palabra, traduciendo su significado mientras acaricia su piel. Mi sangre
se hiela en las venas. ¿Cuánto tiempo habrá pasado mirándolas? porque
pasa por ellas y se detiene justo en medio de cada palabra, como si las
viera reflejadas en un espejo.
Luego baja hasta la ingle y
sigue hablando sin variar el tono, como si leyera la predicción del
tiempo en el periódico y eso me duele muy dentro de mí. Quisiera
borrárselas o llevarlas yo escritas, en vez de él. Cualquier cosa por
quitarle el dolor que sé que siente en estos momentos.
La
mano enguantada cubre una parte de su piel haciendo crujir el cuero,
como si apretara con todas sus fuerzas. Intento que la aparte pero como
siempre no consigo que se mueva ni un milímetro. Jodido vampiro cabezota
como una mula...
Se cubre los ojos y su erección
desaparece por completo. Aún así me quedo mirándola, tumbada sobre su
vientre. Grande y ancha como un puto bate... que el diablo me lleve por
pensar de este modo pero quiero probarla de alguna manera. Parece un
dios pagano revelando todo su cuerpo mientras la luz dibuja cada
músculo, cada pliegue de su piel dorada.
Me aparto de él
hasta quedar a sus pies y mis ojos lo recorren entero, memorizando el
cuerpo que su propio padre trató de destruir sin conseguirlo. Tal vez
porque estaba esperando por mí. Yo le haré olvidar cada jodido insulto,
aunque me lleve toda la vida conseguirlo.
Vuelve a hablar y
las palabras se atascan en su garganta. Como para que no lo hagan. Tiro
de su mano enguantada y ésta vez no encuentro resistencia. Virgen
Santísima... un fuego me recorre entero y aprieto su muñeca con más
fuerza contra el colchón hasta casi romperme los dedos de la furia que
siento. La piel dorada aparece ante mis ojos brutalmente mutilada,
mostrando las cicatrices de una verdadera tortura.
V
intenta volver a cubrirse pero aparto su mano todavía más, apretándola
con fuerza contra el colchón para hacerle entender que de ahí no se
mueve. No puedo pronunciar palabra y en estos momentos sólo tengo una
meta. Encontrar a su padre y matarlo con mis propias manos mientras le
hago sufrir de la misma manera en que hizo sufrir a Vishous. Mis manos
tiemblan de la impotencia que siento ahora mismo porque algo dentro de
mí me arrastra hacia él, a cuidarlo, a defenderlo de todo y ante
todos... y es ridículo, él es más fuerte que yo, puede cuidarse
perfectamente sin mi ayuda pero... algo tira de mí y no llego a
comprender que es.
Lo veo ahí tirado, con el brazo tapando
su cara, enseñándome eso que tanto dolor le causa y por un momento me
siento culpable por ponerme duro como una piedra con sólo mirarlo pero
no puedo remediarlo. Sé que no debería ponerme cachondo pero por más que
intento que mi amigo razone, él sigue endureciéndose dentro de mis
vaqueros como jamás me había pasado.
Ese que está ahí
tumbado, seguramente sintiéndose como una mierda miserable, hace que mi
cuerpo hierva de una manera que nadie, ninguna mujer en este puto mundo,
ha conseguido y algo parecido al orgullo se instala en mi pecho
haciéndome ver que eso es lo correcto. Ver su cuerpo y endurecerse el
mío en respuesta, es correcto, así que me bajo los pantalones a tirones
hasta dejarlos a medio muslo y cuando toco con la palma mi polla tengo
que echar la cabeza hacia atrás y morderme el labio inferior para no
gemir como un adolescente.
Acaricio arriba y abajo,
notando como mi mano resbala por ella, sintiendo la sangre recorrerla
con rapidez mientras mis ojos le devoran por completo. La única palabra
que me llega a la mente es macho. Un macho con el cuerpo marcado por una
vida difícil y precisamente eso es lo que le hace más macho todavía.
Haber sufrido y haber podido seguir adelante no es fácil y él lo ha
conseguido.
Espero a que abra los ojos para mirarme y sólo
pensar en que me va a encontrar meneándomela ante sus propias narices,
me pone todavía más cachondo y al final lo hace. Abre esos ojos que son
mi perdición y me mira al principio extrañado, como si se asombrara de
que no me haya ido y luego bajan hasta mi polla. Me la toco despacio,
disfrutando mientras recuerdo la manera en que me tocó él y tengo que
echar la cabeza hacia atrás para ahogar un gemido.
Quiero
hacerle disfrutar, quiero que se meta en su dura cabezota que me la suda
esa parte que le falta, que le veo como lo que realmente es. Un macho
fuerte, que despide sexo por todos los poros de su piel. Su olor de
vinculación vuelve a llenar todo el espacio, robando todo el aire,
quedándose en mi piel grabado a fuego y las ganas de comérmelo vivo
hasta no dejar nada, se apoderan de mí.
Mi nombre se
escapa de sus labios y esa es la señal. Apoyo las manos en sus rodillas y
voy subiendo por su piel despacio, haciendo que abra las piernas
todavía más mientras las empujo con las mías. La frente se le cubre de
sudor y mi sonrisa se hace más grande, pensando en lo que estoy a punto
de hacer. Sólo espero que me lo permita. Paso mis dedos por sus
cicatrices, rozando su testículo.
—No me importa una
mierda, Vishous. —Y no hace falta que le diga que me refiero al
estropicio que le han hecho ahí. —Para mí siempre fuiste perfecto y
ahora que al fin te veo por completo sólo te diré que nadie en este puto
mundo me la ha puesto tan dura como tú en este instante.
Parece
vibrar ante mis palabras y su cuerpo tiembla mientras sigo tocándole
muy despacio, subiendo con los dedos por su polla hasta llegar a su
capullo. Arde a mi contacto y una lágrima perezosa resbala hacia abajo.
La toco con los dedos y sin pensar realmente en lo que hago, me la llevo
a la boca, saco la lengua y lo pruebo.
Jodeeeeer, algo
raro me pasa, siento una explosión interna y el jadeo que ahora se me
escapa no podría retenerlo aunque quisiera.
—... Vishous... —Mi voz sale ronca, grave y la boca se me hace agua sólo pensando en más. Mucho más.
Nos
quedamos mirándonos a los ojos y mi cabeza comienza a bajar. A V se le
corta la respiración y los ojos se le abren hasta casi salirse de sus
órbitas.“Bien. Eso está muy bien. Ahora vas a conocer el lado oscuro de Butch y joder si te va a gustar.”
Mi
aliento le roza todo lo largo que es y no me discuto a mi mismo lo que
quiero hacer, no me pregunto si está bien o mal. Sé que hace tiempo el
simple hecho de tener delante de mi cara la polla de otro tío me hubiera
hecho vomitar, pero este es Vishous, es el que hace que mi corazón
palpite a mil por hora cada vez que me mira, es el que me hace temblar
como una hoja cada vez que me toca. El único para mí.
Saco
la lengua y la paso por su carne, hacia arriba, hasta llegar al capullo
y V golpea con fuerza el colchón con la cabeza. El gemido que sale de
su garganta se confunde con un grito de pasión.
—Mírame,
V. No quiero que te pierdas nada. —Le digo con la voz pesada y V es
incapaz de mirarme, ni de moverse. Alzo mi voz con tono seco y ordeno.
—Abre los ojos y mira. Ya.
Su boca entreabierta lanza
cortas bocanadas de aire y me quedo quieto, respirando justo en su punta
para que sepa exactamente dónde está mi boca. Al final apoya los brazos
y se incorpora un poco, con gotas de sudor resbalándole por la mejilla.
Una de mis manos sube y le acaricia el rostro, limpiándoselas. Él gira
el rostro y pasa los labios por mi palma abierta.
—Mira aquí. Justo aquí. —Señalo mientras vuelvo a clavar mis ojos en los suyos y abriendo la boca me lo trago entero.
Dios...
un escalofrío trepa por mi columna mientras veo a V abriendo la boca y
dejando que sus colmillos salten como cuchillas hacia abajo. Y no es
porque se sienta amenazado, no. Su mirada brilla con deseo puro, sin
diluir ni un ápice y yo subo con mi boca otra vez, succionando con
fuerza para terminar clavando los dientes con algo de fuerza en su
hinchado capullo.
Suelta un jadeo que corta su respiración
y el poder que siento sobre él ahora mismo, hace que mis pelotas se
contraigan de deseo. Subo con mis manos por su pecho, acariciando sus
pezones, sus costillas, mientras él se corta el labio inferior mirando
como su polla húmeda entra y sale de mi boca, despacio, dejando que
disfrute de ésta sensación, sin acelerar demasiado el ritmo para que
aguante lo máximo posible.
Su sabor hace que mi boca se
llene de saliva, haciendo que su polla resbale todavía más entre mis
labios y el olor que sale de su cuerpo me enloquece de un modo que no
comprendo. V mueve la cabeza, gimiendo sin apartar sus ojos de mi boca.
Dejo que mis dientes lo rocen al subir y mi mano derecha baje hasta sus
cicatrices y su pelota hinchada. La aprieto con fuerza entre mis dedos y
se incorpora de medio cuerpo para agarrar mi cabeza.
Sus
ojos brillan, un rastro de sangre se pierde entre el pelo de su perilla y
yo le cojo ambas muñecas, incitándole a que sea él quien lleve el
ritmo. V cierra los ojos y yo hago lo mismo. Siento el temblor de sus
manos en mis mejillas mientras vuelve a meterse en mi boca profundo,
echando las caderas hacia arriba y la cabeza hacia atrás, respirando
como un fuelle.
Estoy a punto de atragantarme, siento su
polla llegar a mi garganta, empujando con fuerza y tengo que apartarle
las manos para poder coger aire. Mejor llevo yo los mandos o me asfixia
fijo. Se las aparto, me cuesta un mundo que las separe de mi cara. Me la
saco de la boca, haciéndola bailar en el aire.
—Tranquilo, ¿vale? —Le digo con la respiración entrecortada —Déjame a mí o esto no va a durar ni un suspiro.
V
tiene la mirada perdida y creo que no entiende una mierda de mis
palabras. Su cuerpo es puro sexo en este momento, hambriento por más.
Como se le crucen los cables, no lo paro ni con descargas eléctricas.
Vishous
No
soy capaz de coordinar mi cuerpo y mucho menos de generar un
pensamiento coherente sintiendo sus manos sobre mi piel. Sin darme
cuenta separo cada vez más las piernas, dejando que tome de mí lo que
quiera. Ya posee mi mente y mi alma, es simplemente lógico que reclame
finalmente todo lo que es suyo.
Mi piel, mi sexo, mi
sangre, incluso las cicatrices que me desfiguran han dejado de
pertenecerme, soy suyo. Suyo para que haga lo que le plazca. Y el
proceso es tan sumamente placentero que, cuando soy capaz de volver a
darme cuenta de algo de lo que me rodea, estoy agarrando las sábanas con
los puños apretados como si me fuera la vida en ello. Butch me está
comiendo la polla cómo sólo la mente calenturienta de un joven recién
pasada la transición podría llegar a imaginar, sólo que esto es real.
Clava
en mí su mirada llena de lujuria y no puedo evitar bajar los ojos a
esos labios llenos que rodean mi sexo húmedo y brillante. Saliendo y
entrando de su boca. Su lengua acariciando y multiplicando las
sensaciones. Hundiendo las mejillas al llegar a la punta y chupar con
fuerza. Me tenso y cada vez estoy más cerca de correrme. Esta vez no,
necesito sentirlo cerca de mí.
Agarro su cabeza y sacando
mi polla de entre sus labios hago que suba hasta quedar encima de mí. Su
piel desnuda quemando la mía, sus piernas atrapadas por el vaquero
enredadas con las mías y su polla palpitante aplastada contra la mía. Le
como la boca como nunca he hecho en mi puta vida, abriéndola del todo,
llenándolo con mi lengua mientras la suya sale a mi encuentro, con los
dedos perdidos entre su pelo, acercándolo aún más.
Bajo
una mano y le agarro del culo, juntándonos cada vez más, frotándonos el
uno contra el otro. Acabamos tumbados de lado, uno de mis muslos entre
sus piernas, moviendo las caderas rítmicamente. Joder, Butch está en
todas partes, como si pudiera hacer contacto con cada centímetro de mi
piel al mismo tiempo. Demasiado intenso. Me hace sentir vulnerable,
indefenso. Pero aún así mis caderas parecen tener vida propia.
Pegados
el uno al otro. Hostia puta, es como si estuviéramos follando. Algo más
que íntimo. Rozándome contra él, agarrándole de una nalga y de la
cabeza, tengo que separarme para poder respirar, me siento aturdido,
sobrecogido. Miles de imágenes se suceden en mi mente. Todas las veces
que le miré a escondidas, todas las emociones contenidas en mi interior.
Cuanto
más cerca estoy de llegar al orgasmo más me abruman todas las
sensaciones. Oculto la cabeza contra su pecho, avergonzado, atemorizado,
intentando contener los gemidos desesperados que quieren romperme el
pecho a su paso.
Pero Butch no permite nada de eso. Sin
parar ni por un momento de empujar con las caderas contra mí, haciendo
resbalar nuestros sexos, me agarra del pelo con ambas manos echándome
atrás la cabeza con fuerza. Me mira a los ojos y su mente se abre por
completo para mí.
Piensa en que soy Suyo, en que me
quiere sólo para él. Inspiro y de pronto ahí está de nuevo ese olor
picante y profundo emanando de él, transformando de manera insospechada
algo muy profundo dentro de mí. Echa la cabeza a un lado mostrándome el
cuello y tira, empujando mi cabeza contra él, acercando mi boca a su
vena para que muerda.
En el instante en que mis colmillos
completamente extendidos atraviesan su piel y su sangre empieza a llenar
a borbotones mi boca deslizándose por mi garganta, me corro frotándome
contra su cuerpo. Siento a Butch palpitando contra mi vientre, mi pecho
retumba con una mezcla de ronroneo y rugido estrangulado al tragar de
manera compulsiva.
Los primeros tragos fuertes y
desconsiderados dejan paso a succiones menos profundas, mi sed
calmándose a medida que el orgasmo baja de intensidad. Bebo más despacio
dejando que mi lengua juguetee sobre las pequeñas incisiones, empezando
a cerrarlas. Besando su cuello, lamiendo lánguidamente cualquier resto
que quede sobre su piel.
Aprieto la nalga que tengo bajo
mi mano pegándonos de pies a cabeza. Su cuello es adictivo, me recreo en
los pequeños sonidos que mis atenciones obtienen de él. Respiro
profundamente contra su piel y mi olor saturándola complace sobremanera
mi lado posesivo. Me tenso de pronto cuando la realidad me golpea de
nuevo "Y si Butch no lo desea... y si esto es demasi..."
Tira
de manera brutal de mi pelo separándome de su cuello, enseñando los
dientes con un gesto extraño deformando sus labios. Casi como si
estuviera mostrando unos colmillos que no posee. Da un par de tirones y
me veo obligado a abrir la boca para respirar mejor.
—Eres mío. —Clava en mí una mirada dura y exigente. —Dilo. —Ordena sujetando aún más fuerte mi cabeza.
—Tuyo. —Admito de inmediato.
Suelta
una de sus manos de entre mi pelo y la baja rozándome el pecho y los
abdominales hasta cogerme bruscamente el paquete. Se me pone dura de
nuevo de golpe.
—Sólo mío. —Su voz es grave y cargada.
Me
siento como si me hubieran desmontado entero, vuelto a montar y las
piezas bailasen un poco. Butch me da un beso rápido en los labios,
apenas un roce y me suelta. Me estiro por encima de él rozando
ligeramente su cuerpo, estremeciéndome al sentir su calor, hasta que
alcanzo el tabaco y el mechero de encima de la mesilla.
Me
enciendo un liado como si nada, le doy unas caladas y empiezo a secar
su piel usando la sábana. Me roba el cigarro y dándole una calada se
quita el pantalón del todo a patadas. Me mira mientras fuma y me pongo
colorado pero intento disimularlo cogiendo el liado de nuevo. Butch se
tumba de espaldas, deja salir el humo y se estira como un gato mientras
sigo secando su pecho.
Apago el cigarro de mala manera y
me tumbo de lado en la cama, mi poli sabe que me siento raro y se
acerca. Me besa acariciando con el pulgar mi mejilla, la palma abierta
apoyada contra mi mandíbula. Me mira con sus irresistibles y cálidos
ojos avellana y una deslumbrante sonrisa de listillo iluminando su
rostro.
—Tienes mala cara... y mañana tenemos una noche complicada... duerme... dulzura... —Su sonrisa de capullo se amplía todavía más.
—¿Dulzura?... — Le doy un golpe con el puño cerrado en el hombro. —Serás hijoputa.
—Sep. Pero soy tu hijoputa.